La dermatitis atópica, también conocida como eccema atópico, es una afección crónica de la piel que afecta a personas de todas las edades, pero es más común en niños. Se caracteriza por la inflamación y enrojecimiento de la piel, junto con la aparición de áreas de piel o placas secas, escamosas y con picazón de variable intensidad. Esta condición puede ser muy incómoda y afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.
Origen y condicionantes: La dermatitis atópica tiene un origen multifactorial, lo que significa que su desarrollo es el resultado de una combinación de factores genéticos y ambientales. Se cree que hay una predisposición genética en las personas que la desarrollan, lo que las hace más susceptibles a reaccionar de manera exagerada ante ciertos desencadenantes.
Algunos de los principales condicionantes que pueden agravar los síntomas de la dermatitis atópica incluyen:
- Factores inmunológicos: alteraciones en la regulación del proceso inflamatorio son la base en el desarrollo de esta dermatitis.
- Alergias: La exposición a alérgenos como polen, ácaros del polvo, pelo de mascotas o ciertos alimentos puede desencadenar o agravar brotes de dermatitis atópica en algunas personas. También pacientes con dermatitis atópica tienen mayor predisposición a desarrollar una dermatitis de contacto alérgica de manera adicional a sustancias componentes de cremas, medicamentos tópicos, etc.
- Factores ambientales: Cambios en la temperatura, humedad, exposición al sol, o contacto con productos químicos irritantes pueden afectar la piel y desencadenar o empeorar los síntomas.
- Estrés: Situaciones de estrés emocional pueden tener un impacto en el sistema inmunológico y desencadenar brotes de dermatitis atópica.
- Infecciones: es muy importante el rol de la colonización o sobreinfección por estafilococo aureus.
Diagnóstico: El diagnóstico de la dermatitis atópica se realiza principalmente mediante la evaluación visual de la piel por parte de un dermatólogo. El médico puede hacer preguntas sobre los antecedentes médicos y familiares del paciente para identificar posibles factores desencadenantes. En algunos casos, pueden realizarse pruebas de alergia para descartar reacciones alérgicas específicas que puedan estar contribuyendo a la afección.
Cuándo acudir a un dermatólogo: Es importante acudir a un dermatólogo si se presentan síntomas persistentes de piel enrojecida, seca, con picazón y descamación. Además, si la dermatitis atópica afecta negativamente la calidad de vida, interfiere con el sueño o si se observan signos de infección en la piel, como pus o secreción, es crucial buscar atención médica.
Manejo general: El manejo de la dermatitis atópica tiene como objetivo controlar los síntomas, aliviar el malestar y prevenir brotes. Algunas pautas generales para el manejo de esta afección incluyen:
- Hidratación: Mantener la piel bien hidratada es esencial para reducir la sequedad y la picazón. Utiliza cremas o lociones emolientes adecuadas, sin fragancias ni irritantes.
- Evitar desencadenantes: Identifica y evita los factores que desencadenan los brotes de dermatitis atópica, como alérgenos o productos irritantes. En climas secos, es importante evitar baños prolongados, con agua muy caliente y el excesivo uso de jabones por ejemplo.
- Medicamentos tópicos: Los dermatólogos pueden recetar cremas o ungüentos con corticosteroides para reducir la inflamación y aliviar la picazón durante los brotes. Es importante considerar que el uso de corticoides en cremas se deben utilizar solamente por los períodos indicados, su uso prolongado se asocia a efectos indeseables tales como atrofia de la piel (excesivo adelgazamiento), rosácea por corticoides, etc.
- Medicamentos orales: En casos más severos, se pueden utilizar medicamentos orales, como antihistamínicos, inmunomoduladores o inmunosupresores para controlar la inflamación y los síntomas. En los últimos años han aparecido nuevos medicamentos entre estos últimos, los cuales presentan una alta eficacia y un bajo perfil de efectos adversos.
- Estilo de vida: Adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, un buen manejo del estrés y un descanso adecuado puede ayudar a mejorar la salud general y de la piel.
Recuerda que la dermatitis atópica es una condición crónica, y aunque no tiene cura definitiva, con un adecuado manejo y seguimiento médico, es posible controlar los síntomas y disfrutar de una mejor calidad de vida. Siempre es recomendable consultar a un dermatólogo para recibir un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento individualizado.
Un concepto importante de destacar es la correcta diferenciación entre la condición atópica de una persona y la dermatitis atópica. Un paciente puede ser atópico y no presentar nunca dermatitis atópica, sino padecer de otras enfermedades asociadas a la atopia como el asma y la rinitis estacional.